La actuación tendrá lugar el 14 de octubre a las 20:00h en el Auditorio Edgar Neville.

‘metAMORfosis’ es un rito de paso escénico, abstracto y multidimensional. A través de la rígida estructura que vertebra la conjugación del verbo “amar”. Los protagonistas transicionan desde el amor condicional al incondicional y desde lo individual a lo común, experimentando las diferentes fases implícitas en los modos verbales.

La pasarela de modas es ese lugar de cambio en el que se dan pasos físicos y simbólicos para la transformación de un estado a otro, de forma que en esta ópera cada Acto (palabra nada inocente), en lugar de en Escenas, se divide en Desfiles. Y los atuendos que visten los intérpretes vocales son parte radical de todo el proceso, pues no sólo representan a cada estado, sino que contribuyen a provocarlo.

El montaje
metAMORfosis como propuesta, es una experiencia diferente donde, como una revelación, aparece el concepto de amor que normalmente permanece oculto. Los personajes se adentran en un laberinto, un bosque sonoro en el que conviven seres de la realidad para mostrarse de una forma inesperada y hacer surgir la verdad en un efímero instante. El desencadenante es el amor como acción, como verbo, que tiene por efecto la liberación de las trabas cotidianas permitiendo que afloren la pasión total y el amor absoluto.

La obra es una propuesta donde el éxtasis se produce por la enajenación de los seres que sucumben al prodigio: ¿el amor es la verdad durante tan solo un abrir y cerrar de ojos?

Para el público, lo ocurrido no es más que los caprichos maliciosos de un sueño, imágenes que se volatilizan al despertar… Sin embargo, sí que quedan las secuelas: algo ha cambiado, y las personas no volverán a ser las mismas.

Esta pregunta será la que nos sirva para crear la base de nuestro espectáculo, la necesidad de la realidad dentro de la fantasía, dando lugar a un abanico que despliega un gran número de desdoblamientos y paralelismos. Habrá un mundo espacial, la pasarela como modo de exposición, como trasfondo donde vive la guerra entre hombre y amor. El problema latente de domesticar al propio dios imaginado, el amor vivido de distinta forma. En ella el tiempo de lo efímero aparece, el amor no puede mostrarse a la luz del día, y surge en el escaparate de la pasarela que se convierte en laberinto del verbo, el laberinto de la acción que dirime la maraña de las decisiones.

Este planteamiento se desarrolla en unos personajes inmersos en el mundo surrealista y de ensoñación que propone la pasarela, con elementos contemporáneos en su manera de hacer y moverse, representados por un grupo que se comporta de forma ingenua, y con la crueldad que le provee su ignorancia. Estos patrones, son los que poseen la locura que les puja a hacer, que indican una sociedad que rehúsa a la imagen poética. Mientras, los seres omnipotentes sólo saben lo que conjugan, y sus problemas duran el tiempo de la calamidad que ocurre en la gran pasarela.

Dentro de los lenguajes artísticos utilizados, están aquellos sistemas de representación que proceden de una invención completamente personal, guiada por la obsesión, por el desequilibrio y el exceso como forma de hacer la escena. El espectáculo se asienta en una sutil dosis de entradas y salidas al escenario, que se alternan entre ellas y van alcanzando una gradación ascendente. Lo “surrealista” y lo “desmesurado” entra en conflicto con lo “racional” y la “compostura”, con la particularidad de que el personaje transgresor pertenece a una categoría de lo sublime.

Este proyecto pone de manifiesto la capacidad de orquestar una acción a partir de la ironía dramática que ahora se conforma en parte del leguaje de la propuesta, donde el decoro lingüístico se encuentra también trastocado, convirtiéndose, por consiguiente, en un recurso para sus efectos paradójicos.