Ayer, lunes 8 de octubre la Fundación Migres comenzó la campaña otoñal del seguimiento de la migración de las aves marinas, un programa diseñado con la colaboración de la Universidad de Cádiz que se ha convertido, por el rigor de las observaciones y la calidad de los datos obtenidos, en cuyo análisis se cuenta con la participación de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), en un referente metodológico internacional para el estudio de las aves marinas. El seguimiento de aves marinas se enmarca en el Programa Migres de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Desde el año 2005, la Fundación Migres realiza censos desde la costa para conocer y evaluar el estado de las poblaciones de aves marinas que pasan por el estrecho de Gibraltar en sus movimientos migratorios. En la pasada campaña de 2011 se censaron más de 130.000 aves (aunque el método de censo, basado en tres secuencias de 10 minutos cada una a la hora, permite estimar más de 260.000 aves) y se registraron más de 30 especies distintas de aves marinas o acuáticas cruzando el estrecho de Gibraltar durante el otoño por la zona más próxima a la costa ibérica.

Entre las especies registradas destacan las más de 115.000 pardelas cenicientas, que suponen el grueso de los conteos, los 12.000 alcatraces atlánticos, pardelas baleares y otras especies con números también muy abundantes como los charranes patinegros, gaviotas cabecinegras, págalos grandes, alcas comunes y frailecillos atlánticos.

Seguimiento de la pardela balear

Respecto a la pardela balear, Puffinus mauretanicus, una de las especies de aves marinas más escasas y amenazadas del mundo y considerada ‘críticamente amenazada’ por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), la Fundación Migres ha llegado a censar en una sola campaña más de 18.000 aves de esta especie durante su migración postnupcial (2008). Este dato prácticamente se repitió en años sucesivos (17.500 ejemplares registrados en 2009) en conteos sistemáticos realizados desde la Isla de Tarifa entre mayo y julio. Estos resultados revelan que la población mundial de pardela balear ha de ser significativamente mayor de lo estimado hasta el momento (entre 8.000 y 10.000 ejemplares), lo que abre nuevas expectativas para la conservación de la especie.

Por otra parte, al mismo tiempo que explicitan la necesidad de reformular los modelos poblacionales para la especie, los datos reafirman la utilidad de los conteos sistemáticos desde puntos estratégicos situados en la costa como herramienta para el estudio y la conservación de las aves marinas; en este sentido, el estrecho de Gibraltar se revela como un enclave fundamental en el ciclo vital de esta especie y como un punto estratégico de primer orden para su estudio.

Esfuerzo de observación exhaustivo

La exhaustiva recogida de datos (todos los días, desde principios de octubre hasta finales de noviembre, desde el amanecer hasta el anochecer) permiten a la Fundación Migres y a la comunidad científica disponer de la información necesaria para poder comparar, año tras año, la evolución del paso migratorio de estas aves. Este esfuerzo técnico se modula y gradúa en función de los análisis de los datos de cada campaña, con el objetivo último de conocer con exactitud el esfuerzo óptimo requerido para realizar el seguimiento de las aves marinas con las máximas garantías metodológicas necesarias para acreditar el rigor y la calidad de los datos obtenidos. Esta actuación es de gran importancia para todos aquellos grupos que inician los estudios de estas aves desde otros puntos de España y desde otros países.

Los censos realizados desde la Isla de Tarifa (punto más al sur de Europa) se llevan a cabo con la colaboración de cientos de voluntarios que, desinteresadamente, participan año tras año en el proyecto. Todas aquellas personas que deseen participar en esta próxima campaña de seguimiento de la migración de aves marinas pueden dirigirse a la Fundación Migres a través del correo electrónico: voluntariado@fundaciónmigres.org

La importancia del estrecho de Gibraltar

Los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre. Un grupo de aves está especializado en la vida en este medio: las aves marinas, que incluyen a pardelas, alcatraces, paiños, págalos, gaviotas, charranes, alcas y frailecillos. Crían habitualmente en islotes o zonas costeras continentales y buscan su alimento en el mar abierto o áreas litorales. Su dieta está constituida mayoritariamente por peces, cefalópodos u otros organismos marinos (o sus restos), que capturan en superficie o realizando inmersiones en profundidad. Dado que la productividad marina –el alimento- cambia con las estaciones, estas aves realizan grandes movimientos siguiendo los flujos de nutrientes del mar. De hecho, entre las aves marinas se encuentran algunos de los seres vivos que realizan las migraciones más espectaculares del planeta, como el charrán ártico o la pardela cenicienta, que pueden recorrer anualmente más de 20.000 km en sus movimientos migratorios.

Por su posición elevada en las cadenas tróficas, las aves marinas constituyen un excelente bioindicador del estado de mares y océanos, siendo especialmente sensibles a problemas de sobrepesca, contaminación o captura accidental en artes de pesca. Algunas de estas aves marinas, como es el caso de la pardela balear, se encuentran en peligro de extinción.

Pero muchas de estas aves son pelágicas y desarrollan buena parte de sus actividades en mar abierto, alejadas de la costa. Por ello, el estudio desde tierra de estos grupos de aves presenta ciertas limitaciones, ya que muchas de ellas apenas se acercan a tierra durante gran parte del año. Para el estudio de las aves marinas la Fundación Migres cuenta con una ventaja estratégica, el estrecho de Gibraltar, pues tanto las especies que han criado en el Mediterráneo y salen de él hacia otras zonas más favorables, como aquellas otras que entran en sus aguas para llegar a sus cuarteles de invierno, deben realizar su migración por el paso que les brinda el estrecho de Gibraltar; y, debido a que su longitud es de sólo 14 km en su parte más angosta, las aves se aproximan a la costa y permiten realizar en condiciones óptimas el seguimiento de sus viajes migratorios.

Fuente: Fundación Migres.